CONTRATAPA:
En el corazón poético de la obra de Carlos Monestés conviven una mordacidad dolorida y una tristeza que usa los ropajes de la sorna y la euforia cómica. A su manera, es una elegía, pero el llanto está presentado como un ditirambo absurdo, una alocución a los dioses con mofa y deseo de burla. El género gauchesco está ahí para ser remedado, convertido en una suerte de gauchesca dadaísta, capturada por un humor un tanto carnavalesco, con el que logra no solo que siga en pie un lirismo desbocado y travieso, sino que se logren piezas totalmente vivaces, encarnadas en escenas de indudable goce surrealista. Creando así un lenguaje singular, mezcla de grotesco sarcástico, lamento risueño y sainete épico, sin abandonar una poética que al clásico sollozo del género le agrega un secreto canto de tribuna, el coro popular que juega con su resignación y su ironía. Las caricaturas de Juan Martín Sigales acompañan con tierna desmesura, esta comicidad dolorida, la marca disconforme que siempre revive cuando la risa del mundo levanta su gracia literaria.
Horacio González |