Palabras liminares de un amigo
Después de haber leído algunos poemas y cuentos de este libro “Magits”, de Guillermo, y, algo muy importante, haber conversado, algunas veces, con el autor (no más de diez minutos cada vez), he comprobado, varios días después, que en todo ésto había cierto interés de mi parte.
Pero he aquí que pasados algunos días, vuelvo a las mismas lecturas, leo y releo, para luego encontrarme descubriendo que ese interés pasó a ser necesidad, para corroborar lo leído o escuchado y eso me ocurrió sin proponérmelo.
Me pregunto si esto se produce en forma simple, observando esto mismo en mí, y me cuestiono qué es eso que estoy observando.
Esos rostros y actitudes distintos de otros humanos o perros o gatos o elefantes, hormigas o el devenir de alguna estrella fugaz.
Creo que por ésto, lo que eran lecturas muy breves, ahora se habían convertido en imágenes reales, con luces y sombras, pero reales.
Como lector despojado de todo intelectualismo rescato muchas cosas las cuales ya internalizo, como si me pertenecieran.
Paso mucho tiempo sin leer y a veces por pura casualidad y por qué no caminando entre multitudes o solo por calles húmedas, o llevándome por delante el banquito de madera…
“¿y esa gente que fabricó una canoa y se alejó por el mar?”
(¿no, Guillermo?).