por Graciela Licciardi
Germán Villanueva nos entrega en esta su primera novela “Podría ser peor”, una estética diferente. Ya desde el título nos instala una fina ironía en la frase trillada, a modo de consuelo barato, el de aceptar el conformismo de la derrota o una suma de contingencias, como absoluta y única salida.
Podríamos decir que se trata de una novela erótica y circunscribirnos simplemente a las escenas de sexo, que el autor describe con un lenguaje crudo, sin embargo, de esta manera, estaríamos olvidándonos de algo fundamental que es el motor de esta narración y que se erige en leitmotiv a lo largo de toda la historia. La pregunta acerca del porqué de la existencia humana, con sus miserias, éxitos y fracasos, de las vanamente impuestas costumbres, rutinarias y repetidas, que van trasmutando al hombre, convirtiéndolo en un objeto de la sociedad de consumo imperante, es uno entre tantos otros tópicos que el autor abarca.
Villanueva nos cuenta que a los 21 años decidió publicar una novela autobiográfica que expresa pensamientos profundos y experiencias de un adolescente marginado. En esta identificación tan cercana encontramos una serie de simbolismos que nos llevan a pensar en el ser en general, constituido como lo supremo y a la vez degradado en la magnitud en que la esencia del mismo se va perdiendo para transformarse en nada o en actitudes que lo llevan a la autodestrucción en tanto no se sienta reconocido por el “afuera”.
El autor no deja ningún rincón existencial sin iluminar o, en todo caso, de oscurecer, ya que denosta continuamente las actitudes más aberrantes de la conducta humana, como el sometimiento, la explotación, la agresión hacia el otro por ser “diferente”, la masificación en el pensamiento, la recurrencia al daño a sí mismo y hacia los demás, el desamor, la hipocresía, la banilidad, lo étereo de las relaciones, entre otros muchos conceptos.
La búsqueda de la verdad, de pro-yectos (pro: antes – yecto: la muerte, el yacer) se ve coartada por la infinitud de problemas e inconvenientes que el personaje debe sortear para alcanzar alguno de ellos. Los que están en primera línea son los de poder estar bien con el ser, objeto de su amor, Victoria, que tendrá una serie de meandros a resolver y lo llevarán a un fin que ya descubriremos; y el otro, que es fundamental, y lo ayuda a seguir adelante: es el de poder ser escritor. Ambos se verán vapuleados, retraídos, maltratados y dejarán heridas difíciles de restañar.
El personaje narrante, Leonel Villarreal, nos adentra en su memoria psíquica, visual y sensitiva. En cada descripción nos imprime las múltiples experiencias sensoriales: de dolor, pena, impotencia, tristeza, desasosiego, que hacen a un lector atento y sensible, captar estos hallazgos escriturales.
“Si uno, en esta vida, no está tan loco como para ir en busca de un sueño casi inalcanzable, entonces no vale la pena vivir.”, nos escribe Germán Villanueva en la sinopsis, que se contrapone, sin embargo, con el pensamiento nihilista y misántropo del personaje, por lo que inferimos que el mismo se encuentra, a lo largo de toda la historia, en un camino hacia el encuentro de lo que su ser necesita para seguir viviendo, al decir de Marcel Proust en su libro “En busca del tiempo perdido”, el autor efectúa un periplo similar al de Ulises en el que a través de la escritura y el nacimiento de su libro verá reflejado el hallazgo de su rol como escritor.
Por ello celebramos este triunfo de Germán Villanueva, con su libro Podría ser peor, que, sin dudas, dejará en el lector, que no puede perderse de abordar este libro, una amplia gama de reflexiones, alejadas de toda hipocresía, acerca de nuestro parecer y nuestra verdadera identificación humana.