Prólogo de “Juglar sin tiempo» Autor: Inacio L. Giancaspro.

por Bertha Bilbao Richter

     Juglar transterrado e intemporal como se define en el título de su poemario único hasta hoy, es Inacio L. Giancaspro, hombre pensante, soñador, atleta y arcángel que, obediente al mandato de los dioses, escucha el Oráculo: renacer en el canto en el atardecer de la vida. El “Poema Primero” justifica esta entrega pacientemente esperada por sus amigos que le retrasmitimos también la exhortación oracular. Y es así como el juglar ambulante que había almacenado su pensar y su sentir acerca de la vida y sus circunstancias y los había verbalizado líricamente en los grupos de escritores de esta Buenos Aires iluminada por la Cruz del Sur, su lugar en el mundo, devino en poeta, el más significativo sinónimo de su pertenencia a la juglaría desde un tiempo de retornos y anamnesis.

Y desde esta condición registra en la escritura su habla, por momentos de una transparencia cristalina, como cuando en los brevísimos poemas de tres versos “Ella” y “Él”, alude al flechazo repentino del amor, o en otros, con la complejidad de la metáfora, como cuando en “Destino de poste” nos sorprende su imagen visionaria del árbol transformado en sostén del alumbrado público, que semeja una cruz, sentenciado al exterminio cuando ya no sirve; el desplazamiento significativo de esta imagen gestada en una percepción sensible y de agudo observador, nos lleva a pensar en el hombre, limitado en su libre albedrío, esclavizado por sus obligaciones y sometido a las demandas de la vida hasta el descenso de la propia cruz, para el descanso. Un poema digno de una antología de la poesía en nuestra lengua.

Subyace en Juglar sin tiempo una concepción cíclica de la historia, como lo señala con acierto David Sorbille en la contratapa; de ahí que pueblos sojuzgados por la voracidad del poder, la injusticia, las guerras, los conflictos político sociales, la niñez en desamparo, en suma, los males que azotan el mundo, replican sucesos de tiempos idos y vaticinan otros que vendrán. Bastan ejemplos como “1983”, “Relámpago y trueno”, dedicado “a Rachel Correa, pacifista norteamericana asesinada en la franja de Gaza al tratar de impedir la destrucción de casas palestinas por topadoras israelíes”, o “Tres veces la Muerte y la Cruz de Malta” que refiere a las inútiles condecoraciones , o “Como un fuego herido” en el que una puesta de sol en geografías azotadas por la guerra da que pensar a través de sus bellas y significativas imágenes, o “Alondra” en que la denuncia social menta  a una niña cartonera. Mención especial, por lo que nos toca como argentinos, merecen los dos poemas dedicados a Malvinas. La “Esperanza?” es una incógnita que solo puede despejarse si se pide perdón a la Tierra: orando / tendidos en el suelo / boca abajo, porque hasta la “Oración” hecha súplica es inútil frente a la maldad y la estupidez humana y solo tiene sentido el “Hágase Tu voluntad / así en la tierra como en el cielo” que el poeta transcribe intencionalmente en latín. Es en estos temas que la espada flamígera del arcángel -una de las auto acepciones del yo lírico- se manifiesta para expresar su dolor, abatimiento y la búsqueda militante de soluciones desde una nueva sensibilidad, como se hace perceptible en “Preguntas” cuyo recurso del ubi sunt nos lleva a las respuestas: Es el poeta el héroe que enfrenta el gran desafío para construir un mundo mejor. En “Hay que inventar la vida” está la clave para hacerlo: con un aro mágico / de manos entrelazadas / y danzar; sentimos aquí una exhortación al repliegue a los espacios interiores donde realmente somos  y a esa solidaridad largamente proclamada por las religiones y la filosofía.
En “Émbolos y martillos” no pasa desapercibida la influencia de la Metamorfosis de Kafka en su alusión al hombre condicionado por sirenas, timbres, campanas, ruedas, sometido a una rutina que devora sus sueños, sus recuerdos, olvidos y esperanzas, siempre presionado por la sociedad que exige trabajar en beneficio de “los Señores del Reino”.

Otro campo semántico que presenta Juglar sin tiempo es la historia del yo lírico desde sus remotos orígenes: “Etrusco soy”, afirmación de su procedencia de la vieja Toscana centro itálica, predecesora de Roma y heredera del mundo helénico; refiere en esta página la herencia física y cultural recibida y prolongada en sus hijos, las dotes artísticas y las preferencias por oficios y actividades cotidianas. Un poema que nos trae la historia de un pueblo de misterioso origen y de una identidad transformada por el mestizaje. También en “Apóstoles” se hace presente el recuerdo de su padre en las costas de su tierra italiana, la actividad pesquera de los lugareños y el posterior descanso en el hogar de la infancia. Del mismo modo,  “Recuerda mamá” es una evocación del cariño recibido de niño por sus padres y el abuelo, y  el sabor de las comidas preparadas por la madre lo retrotrae al tiempo feliz de la infancia, y en “La luz del día” está el rescate de las costumbres de la abuela; su  título nos recuerda a toda una generación, el aprovechamiento diurno para el trabajo.

El planteo sobre el origen de la poesía como rito sagrado está  en un singular poema titulado “El Mago” en el que el autor ensaya una reflexión acerca de la gestación de la poesía: el ritmo del tambor, hecho de la piel de una cabra sacrificial con la que se identifica y que representa al poeta hacedor del nacimiento del Canto, en el inicio de la creación.

En “Sabor de sogas y brea” el yo lírico se siente navegante del mar de la vida y depositario de las experiencias que le permiten escribir sus poemas; pero es en los momentos de “Inspiración” que, así como el árbol parece murmurar cuando el viento agita sus hojas, también el poeta debe esperar la caricia del viento. En estos tres últimos poemas, el origen de la poesía como discurso diferenciado de otros esencialmente pragmáticos, las motivaciones de la escritura y la reivindicación de la inspiración como condición necesaria, nos ofrece su arte poética.
Reminiscencia y metempsícosis de raíz platónica aunque con lejanos antecedentes en el orfismo y el pitagorismo, plantean que el verdadero conocimiento está en el mundo inteligible de las ideas, al caer el hombre en el mundo sensible y quedar encerrado en el cuerpo temporal, debe recordar ese conocimiento con el que estuvo en contacto en vidas anteriores. De ahí que el autor en uno de sus  significativos poemas, “Creo que fue en Nínive”, rememora, en el sentido platónico, la búsqueda de su anima; en “Tantas vueltas di en mi vida”, el encuentro de la innombrada y en “Nombrar sin nombrarte”, la ardiente espera. Es que la mujer aparece más como el arquetipo junguiano que como realidad tangible, a excepción de “Amor en silencio”, de “Quiero decirte”, «Hay que inventar la vida»  y en la página de cierre: “Poema para Marina”.

En general, la poesía de Ignacio Giancaspro se gesta en un temple de ánimo predominante en el momento de la creación y que marca el tono que expresa su pathos: la soledad y la nostalgia; páginas tituladas “Huertos morados” y “Begonias olvidadas”, dedicadas a su amiga poeta María Paula Mones Ruiz, lo demuestran por la mágica alusión a los recuerdos y levísima esperanza de lo por venir, o en momentos en que el ser se pregunta por los fundamentos de la existencia y descubre que la pena ha sustituido al dolor, como leemos en “Cuando se quiebra la noche”, “Sentado en las soledades” o “Después de andar el desierto”, página en la que el oráculo demora su respuesta por el silencio motivado en  la siesta de Dios.

Dimensión simbólica e imágenes visionarias prefigurativas de lo que vendrá, se perciben en “Un viento oscuro”, página en la que el poeta vislumbra su propia navegación a la deriva en un esqueleto de navío y la espera del silencio para un nuevo renacimiento en otra orilla”.
Sin pretensión de exhaustividad en la ejemplificación de los poemas de este libro, me he permitido señalar algunos, por su carga de materia poética, para ofrecer a los lectores una perspectiva de la singularidad de un autor  que merece ser leído y pensado desde una dispositio que permita la apertura de lo dicho hacia su simbolización en un espacio real o fantasmático, y por otra parte, el restablecimiento de esa comunicación profunda entre la voz del juglar que se ha hecho huella en la escritura y esos inactuales y remotos lectores de poesía, porque los de hoy, sus amigos de siempre, que formamos parte de la resistencia al reduccionismo de los mensajes normativizados en los que la previsibilidad los trivializa – en el decir de Umberto Eco – damos la bienvenida a Juglar sin tiempo, hoy aquí, entre nosotros.

                                                                                       Bertha Bilbao Richter
Buenos Aires, Enero de 2016.

Prólogo de “Ni siquiera esa lluvia”.

por Beatriz Olga Allocati

Fue un largo trabajo, recorriendo durante meses páginas a veces amarillentas con poemas ya pasados a máquina o quizás de estrofas manuscritas rápidamente o versos sueltos o acaso una colección de diálogos con Gabriel, o descubriendo enmiendas a veces  de difícil comprensión. Y así páginas y páginas. Sin hablar de otros papeles, los correspondientes a la preparación de una novela.

También revisé cientos de citas recopiladas respetuosamente. Entre ellas, una sugestiva de Oscar Wilde: “Un hombre es en cada momento de su vida todo lo que ha sido y todo lo que será”. A Jorge le encantaba coleccionar estas frases sabias, casi axiomáticas, que muchas veces aprovechaba para epílogo en algunos de sus poemas. Y ni hablar de las letras de algunos tangos prolijamente copiadas.

El resultado de estas búsquedas y descubrimientos de los escritos de mi esposo, Jorge Riveiro, es este volumen de poemas titulado “Ni siquiera esa lluvia”.  He dividido este libro en dos partes (huelga decir que todo el material aquí inserto es el fiel reflejo de la palabra escrita del autor).

La primera parte, EN EL PAÍS DE LOS OJOS DESCALZOS, con poemas de distintas épocas, con la casi permanente inclusión de los diálogos con Gabriel, ese querido personaje imaginario, sin que sea demasiado necesario identificarlo salvo como un indefinido interlocutor. He pensado alguna vez que Gabriel es Jorge, y otras, Jorge es Gabriel, pero no podría aseverarlo con seguridad.  Encontré además para esta primera parte algún poema premiado en concurso en 2008.

La segunda parte, sin duda soñada como una base para otro libro dedicado A BUENOS AIRES, continuación quizás del libro de 1998  titulado OSTINATO BUENOS AIRES, es una recopilación de poemas allí ambientados. Están incluidos unos así pensados y agrupados más otros más recientes, manuscritos. Al respecto puedo citar unas palabras del mismo Jorge sobre ésta su ciudad: “Para saber lo que es vivir en Buenos Aires/ por lo que no es. / Para saber lo que es, /quizás haga falta leer este libro.”

Para finalizar, no deseo omitir u n bellísimo poema que nuestro amigo Miguel Bolotnikoff le dedicara el 14 de noviembre de 2011, poco tiempo después de su partida.

A JORGE CON EL ALMA.

¿Qué tango te arrebató?
¿Qué esquina guarda tu sombra?
¿Por qué tu voz no me llama
si mi voz siempre te nombra?

Un idioma de silencio
hoy custodia tus palabras
y tu ingrávida figura
con pasos de luz se marcha.

Desconozco por cuál senda
volverás desde el misterio.
Yo te espero en Buenos Aires
en una esquina de sueños.

                           Miguel Bolotnikoff

Buenos Aires. 14.11.2011.

Por mi parte, sólo me quedaría  preguntarte, Jorge, si como alguna vez escribiste, has encontrado ya tu jungla de estrellas.

                                                              Beatriz Olga Allocati

Solapa y Contratapa de “¿Querés conocer tu futuro?”.

Contratapa:

JOB 22: 21-27

“Házte amigo ahora de Él, y tendrás paz;
y por ello te irá bien.
Toma ahora la ley de Su boca,
y pon Sus palabras en tu corazón.
Si te tornares al Omnipotente,
serás edificado;
alejarás de tu casa la aflicción;
y tendrás más oro que tierra,
y como piedras de arroyos  de oro
del  rey Salomón,
y el Todopoderoso será tu defensa,
y tendrás plata a montones.
Porque entonces te deleitarás
en el Omnipotente,
y alzarás a Dios tu rostro.
Orarás a Él, y Él te oirá.

Solapa:

Liliana Tomba nacida en Buenos Aires el 23 de Septiembre de 1955. Docente de Nivel primario en la zona sur en el área artística con el sobrenombre “Lía” por más de 30 años. Tiene pasión por viajar y disfrutar en el encuentro con nuevas Culturas. Es de raíces italianas por parte de los abuelos paternos y maternos. Gusta de los deportes y de la música clásica. Marcela Cabeza es la artista plástica que se ha inspirado y realizado en forma total y absoluta el cuadro de tapa, con intervenciones y sugerencias anteriores de la autora. Tomba realizó estudios de Teología en IETE (Instituto de Educación y  de Teología por Extensión).  Realizó Talleres de integración como docente en la Ciudad de los Niños – La Plata. Participó en Concurso de manchas. Asistió al Congreso de Educación a la Pcia. de Córdoba. Ha participado del Proyecto de Articulación Nivel Inicial. EGB con el Establecimiento  Escuela Nº 37 de Temperley, Bs. As. Ha participado en Torneo de Ajedrez articulado con el 3er Ciclo del Instituto Lomas y en un Taller de Pintura con la Institución, libremente articulado con el 3er Ciclo de EGB de 8vo año.
Ha asistido a Jornadas sobre “Violencia en los tiempos que corren”, avalado por la Secretaría de Acción Social dictado por la Dirección Feneral de Educación.
Participó de Festivales realizados por el Pastor Luis Palan en  Mar del Plata y en Mendoza. Actuó en el cortometraje “Lágrimas de bronce” realizado para el Ministerio “Presencia de Dios”. Se ha encargado de la entrega de Libros del Licenciado Bernardo Stamateas a Periodistas y Actores del mundo artístico. Actualmente concurre a Coros y colabora en el Ministerio de Niños de la Iglesia “Presencia de Dios”.
Se define observadora y detallista, perseverante y paciente ante la vida.

Palabras preliminares de “Magits” de Guillermo N. Mauri.

por Francis Castrocane

Palabras liminares de un amigo

Después de haber leído algunos poemas y cuentos de este libro “Magits”, de Guillermo, y, algo muy importante, haber conversado, algunas veces, con el autor (no más de diez minutos cada vez), he comprobado, varios días después, que en todo ésto había cierto interés de mi parte.
Pero he aquí que pasados algunos días, vuelvo a las mismas lecturas, leo y releo, para luego encontrarme descubriendo que ese interés pasó a ser necesidad, para corroborar lo leído o escuchado y eso me ocurrió sin proponérmelo.
Me pregunto si esto se produce en forma simple, observando esto mismo en mí, y me cuestiono qué es eso que estoy observando.
Esos rostros y actitudes distintos de otros humanos o perros o gatos o elefantes, hormigas o el devenir de alguna estrella fugaz.
Creo que por ésto, lo que eran lecturas muy breves, ahora se habían convertido en imágenes reales, con luces y sombras, pero reales.
Como lector despojado de todo intelectualismo rescato muchas cosas las cuales ya internalizo, como si me pertenecieran.
Paso mucho tiempo sin leer y a veces por pura casualidad y por qué no caminando entre multitudes o solo por calles húmedas, o llevándome por delante el banquito de madera…
“¿y esa gente que fabricó una canoa y se alejó por el mar?”
(¿no, Guillermo?).

Prólogo de “Magits” de Guillermo N. Mauri.

por Graciela LICCIARDI

Entregarse a leer “Magits” de Guillermo Mauri no ha sido tarea
fácil. Es un libro de suma profundidad. En él se desarrollan una
multiplicidad de sentidos que disparan sus poemas hacia el despojo,
el salto al vacío con una infinidad de interrogantes que el poeta instala
en su escritura y en el lector. Ya desde el título nos establece la
inquietud de preguntarnos qué significa Magits. El autor ha respondido,
Magits es ésto, es yo, es lo peor de mí, lo mejor de mí, lo peor
que encontré en otros también lo mejor. Magits es el ostracismo que
me rige, el hermetismo con el que enfrento al mundo y que absorví
de pocos y de muchos. Magits es, como estas palabras son.
En Anembriónico ese alma de madre, así escribe, despierta, sin
embargo, arranca las palabras “fe” y “esperanza” de sí misma. En Baila
sobre el dolor encontramos un oxímoron de contenido, el autor se
maneja con los contrarios, el baile supone alegría y el dolor tristeza,
refuerza el concepto con un hipérbole, es decir exacerba el sentir,
dice: haciendo doler al dolor. Luego Guillermo suaviza su agudeza
con el poema Albatros donde simboliza en esas aves pequeñas el concepto
de armonía en el apareamiento y brinda por el futuro y canta
victorioso por el pasado y el presente. En El niño ausente Guillermo
Mauri vuelve a la carga con un poema cuya desolación zambulle al
lector en una infinita pena, habla del abandono que invade el útero, el
niño ausente canta y su voz es silenciosa…es el grito más desgarrador y el
poema alcanza su momento epifánico en la descripción de ese amor
despellejado que nunca cicatrizará. Hay poemas brevísimos que sin
embargo en su concisión abarcan una interioridad profundamente
lograda. En Frutos, por ejemplo, el autor propone clavar una raíz
de árbol en el pecho de la amada. En Años de Soledad, Tranquilo,
Ropa, Balcón, Saber, todos poemas de apenas cuatro o cinco versos,
Mauri condensa su mirada desde la observación minuciosa derivada
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en diversas reflexiones, donde la solución parece ser el des-echar lo
que no sirve en sentencias reales y contundentes. En Ajedrez, de apenas
tres versos, Guillermo condensa el vacío de poder en el ajedrez
de la vida, lo vacuo, el juego del tablero de la existencia. El Niño
Pensante es otro niño, ya no está ausente, ya es un niño cuya madre
cree que es un niño común, pero en él se encierra un imaginador
fantástico que de tanto dibujar quiere llegar a la luna, quiere tomar
ese ojo perdido y así es como dibuja una escalera gigante que llegue
al cielo donde encuentra lo que está buscando, nada menos que en
su bolsillo, pero lo entrega a quien corresponde y el niño por fin
sonríe. Un poema que por su ternura nos conmueve en la significación
en que lleva a nombrar a su abuela y el arbusto que plantó por
primera vez, en alusión a los ancestros que el poeta no olvida. La
pequeña cabeza es otro hallazgo escriturario en la obra de Guillermo,
la enajenación del individuo, en su cubículo de oficina, que odia y
ama a la vez, con resignada aceptaciónTodo ser llega a conmoverse
cuando las fuerzas siniestras acechan, tal es el sentido del poema Las
fieras que el autor describe con maestría. En Los Rosales, poema dividido
en tres partes, encontramos otro oximoron, es decir un juego
de contrarios, cuando escribe “hasta el dolor puede ser hermoso”, en el
poema se desarrolla la reflexión sobre las heridas profundas, no comparables
con la pequeña incisión que puede producir la espina de
una rosa, heridas que, sin embargo, el autor ve como positivas, pues
el ardor en las manos de su abuela, que ha estado en contacto con las
rosas, hacen que valgan la pena. En Paradoja el amor y el odio se
entrecruzan, se llora y se ríe, se abraza, se besa, se grita y se susurra
y el autor pone énfasis en pronunciar que el que está en el poema
es un hombre, una creación ínfima en comparacióna este mundo, y el
amor, es, precisamente, una paradoja, esa idea opuesta al sentir de las
personas. Perdido es un breve poema en el cual el uso del participio
pasado es intencionado y reiterado como así también el gerundio
con lo cual el autor logra disparar los sentidos en varias direcciones,
constituyéndose en un hallazgo para el oído del lector. Mentir…
sobre todo nos trae al pensamiento sobre el devenir cotidiano con
un verso contundente donde se pone en tela de juicio el valor de la
verdad. En el poema Lo que quedó de lado Guillermo nos trae imágenes
sensoriales que denotan melancolía, un cassette gastado, escribe,
y reconoce las inútiles depresivas canciones, la adolescencia inocente
y la rebeldía idiota de otros tiempos, con hondas reflexiones sobre
el asirse al dolor como ilusa idea. En Danza sobre el río de sangre
Guillermo describe el miedo que se expande como un virus. Habiendo
entrevistado al autor me ha manifestado que en este poema hace
alusión a la homónima frase de «El Matadero», “Danza sobre el río
de sangre” que se refiere a cuando desangran a un animal, previo a
aplicarle el mazaso, y que, en forma empática, Guillermo se mimetiza
con el sentir del dolor de aquellos que tiene sus días contados.
En 5to Round el poeta compara a la vida como una pelea de boxeo,
apela a la sinestesia, es decir la mezcla de un objeto y una sensación,
pues escribe: zapatos y frustración. Estoy en total discrepancia es la
reivindicación de la belleza común y la discrepancia con el estereotipo
de la misma, el poeta la observa y argumenta a favor de las mujeres
de todos los días. La vereda del bodegón es, dice el autor, un banco
interminable, siempre hay lugar para unos más. En ella está el personaje
de una vereda que puede ser de un barrio cualquiera, o de alguna
parte de la existencia, esos santos, demonios, genios, borrachos, bueno,
malos o vagos, como escribe Guillermo, y precisamente ellos fueron
los que inspiraron el poema. En Ojos verdes observamos el uso de la
metonimia, descripción de la parte por el todo, Ojos verdes la parte
del cuerpo total, y el uso de la anáfora pues comienza varios versos con
la misma expresión: Ojos verdes mastica mi pulóver/ ojos verdes guarda
sus duelos/ ojos verdes cuida a quien ama. Con Olga y Rubén el escritor
nos trae de la mano una crónica de la pobreza, de índole social,
donde se observa la investigación del autor acerca de la historia que
se cuenta y donde con imágenes tiernas dulcifica el horror de las
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vivencias. Está Bien es la descripción de un estado, una visión optimista,
aunque el mundo se venga abajo. Bambina, un breve poema
que intenta depurar el veneno del pasado musical, escribe el poeta. En
Carta de Agradecimiento el poeta es un perro encerrado en humano
y en la cena se siente un invitado de lujo/ importante/ algo inexistente
en él. Hay una cena especial, aparece la figura del nono que habló
de su hermano antes de olvidar su nombre y en dicha cena Guillermo
impresiona por la descripción de sensaciones en lo que se come, se
bebe, se dice, se devela lo que duele y ese “irse” que produce el dolor
de la despedida, realmente es un poema conmovedor. Por último en
la narración No era necesario que te desnudaras, el autor, procura
llamar nuestra atención con el título, nos instala una inquietud. Con
un lenguaje coloquial, ameno, descriptivo, también por momentos
irónico y sarcástico y en otras ocasiones cómico nos va llevando a un
sinnúmero de alteridades. Walter y Elvira, los personajes del cuento,
son especiales. Guillermo despliega sus artes nuevamente en no
develar los sucesos sino mientras sobre ellos nos vamos enterando, a
través de la lectura, sin sentencias de anterioridad. Una historia donde
los protagonistas no están dispuestos a ceder, ninguno quiere dar.
A lo largo de los diálogos que se van suscitando se conoce el carácter
de Walter y Elvira. Frases muy bien logradas como: “…se está por
quemar la lamparita y nosotros somos enanos sin escaleras”, descripción
de la impotencia frente a determinadas circunstancias en las que no
se puede accionar demasiado. Se repite en el autor la minuciosidad
en la descripción de las ropas, los gestos, las miradas, el gusto por la
música, la cocina y todo lo entrañable de los pesonajes. Guillermo
le imprime al cuento instancias de reflexión acerca de la existencia,
donde convergen desnudez y obsesión, locura y calma, tensión, comicidad
y la dicotomía de Walter, personaje controvertido que lo
hace actuar de maneras diferentes. Un final inesperado nos sorprende,
lejos de los lugares comunes en los que se cae, generalmente,
cuando se trata de una historia de amor.
En fin, desde mi óptica como escritora y crítica insto a los lectores
a recorrer las páginas de este libro “Magits” de Guillermo Mauri,
con avidez y entusiasmo, porque, estoy segura, encontrarán en él,
infinitas sensaciones que los conducirán a lugares insospechados.